miércoles, septiembre 22, 2010

¡Al gimnasio, miércale!

Ya, me decidí de una vez por todas a hacer algo por mi gordura: me inscribí en el gimnasio por tres meses (octubre, noviembre y diciembre, porque si en enero ya estamos instalados en el departamento nuevo, usaré el gimnasio del edificio con el gringo).

Como ya pagué un trimestre completo, estoy obligada a ir. Aunque sea un rato tres veces a la semana para recuperar la plata.

El gringo está más que feliz, porque él es totalmente deportivo, anda en bicicleta todos los fines de semana, ocasionalmente sube cerros, juega fútbol, trota en la playa y, por ejemplo, sube siete pisos de escalera como si nada, no se le mueve ni un pelo. Lo que es yo, al tercer piso ya necesito hacer una pequeña pausa y al quinto jadeo un poco. Me encantaría pensar que es por mi problema del corazón pero, enfrentémoslo, es simplemente consecuencia de años de sedentarismo. Si bien tengo prohibido hacer gimnasia con máquinas o pesas y sólo se me permiten los ejercicios cardiovasculares o aeróbicos, eso no es excusa para no hacer nada más que caminar cuando el gringo me lleva de la mano (en todo caso le agradezco montones a mi príncipe dorado que me lleve a hacer caminatas constantemente, porque no sólo hacen bien para el cuerpo, sino también para la mente, como dice aquí).

Para darme un refuerzo positivo, me compré unas patas (calzas) bonitas de la única marca que había: Everlast, no me gusta mucho porque está directamente relacionada con el boxeo - actividad que detesto y que opino no debiera denominarse deporte sino barbarie -, pero es una marca de ropa, no entradas al espectáculo de la sangre. Unas son de color sandía con la cintura blanca que se da vuelta y las otras azul oscuro con un cordón, me las voy a poner con las zapatillas que me regaló mi mamá para mi cumpleaños del año pasado que son de jogging. Cuando uno está bien vestido se siente con más ánimo y eso amortiguará un poco la tortura de dejar mi camita después del trabajo por unas horas.

Por lo menos, no aumenté ni un gramo en las fiestas patrias (objetivo de muchos chilenos como dice aquí), claro, si comí pollo con ensalada todo el rato, excepto los varios pedazos de torta de cumpleaños de la Tía Carolina, mi menú estuvo harto fome: ausente de choripanes, lomo, costillar de cerdo, empanadas de pino y alcohol en todas sus variedades (chicha, vino, sidra y pisco sour que gringo padre hace increíble), bueno, la última noche me tomé una lata de cerveza Cristal en una fonda y sería todo mi banquete de celebración. Todos a mi alrededor comían como si el mundo se fuera a acabar mañana y yo no sentía ganas de imitarlos. Es raro cómo cuando uno ve las situaciones desde afuera, cambia la propia actitud completamente.

Como dice el gringo, mi posición ideal es horizontal, me encanta estar en la cama con el gato en la guata o a los pies, el computador en las piernas, el televisor prendido y algo rico de comer. Hago todo eso al mismo tiempo y nunca me equivoco, no tecleo al gato, ni acaricio la comida, tampoco le meto el tenedor al notebook. Tengo delirio multimedia.

¡Basta! Debo aprovechar de hacer ejercicio ahora que estoy soltera y no tengo hijos, porque después no voy a tener tiempo. Una prima me decía que cómo iba a estar una hora en el gimnasio perdiéndose el estar con sus hijitos y le encontré toda la razón, los niños son exquisitos de guaguas y preescolares y esa etapa les dura tan poco que cuando uno trabaja cada minuto con ellos es precioso. Por otro lado los niños son más felices con una mamá saludable y hacer ejercicio hace bien.

Como dice Ilya Kuriaki and The Valderramas ¡A mover el culo!

viernes, septiembre 17, 2010

Miope

Este se ha convertido en el blog del insomnio. Desperté a las tres y con los preparativos del viaje, no pude volver a dormir. Ah, sí, me voy a Las Cruces con mi príncipe dorado por los días de festejo de la independencia de Chile.

El primer "viaje" que hicimos fue a Las Cruces, llevábamos menos de 2 meses de conocernos y se nos ocurrió que para conocernos más, lo mejor era pasar el fin de semana juntos. Fue maravilloso. Realmente ese hombre es lo mejor que nunca me ha pasado en la vida. Sinceramente me pregunto cómo él, que podría haber escogido a cualquier mujer, se vino a fijar en mí. Es tan inverosímil que después de 2 años, aún me cuesta creerlo.

Enfrentémoslo: soy chica, gorda, vieja, cachetona y narigona, o sea, físicamente, nada. No tengo disciplina ni perseverancia, soy tentada, enojona, impulsiva, mediocre y estoy llena de pequeñas obsesiones y compulsiones, es decir que por carácter, tampoco va la cosa. ¿Qué me vio? Lo que sea, se le va a pasar luego, esto no puede durar. Como dice el dicho: "Es demasiado bueno para ser verdad".

O, por otra parte, "la suerte de la fea, la bonita la desea", simplemente tengo una suerte increíble y la buena fortuna me sonríe. Un hombre que normalmente estaría muy fuera de mi alcance sencillamente se prendó de mí por mi buena estrella y eso es todo.

La idea que él tiene de mí claramente discrepa con la idea que yo tengo de mí misma, yo encuentro que soy un desastre, mi autoestima es bajísima (y eso que ha mejorado con los años) y no tengo fuerza para cambiar lo que no me gusta de mí. Él, por otra parte, me considera una persona buena y, en cierta forma, tiene razón, trato de hacer lo mejor por los que quiero, pero tampoco soy la Madra Teresa de Calcuta, es decir, no es una cualidad en la que destaque particularmente de entre el resto de la Humanidad.

Así es el amor, si no ciego, por lo menos miope.

martes, septiembre 14, 2010

La Última Frontera

Sí, son las seis de la mañana y nuevamente no puedo dormir (desde las cuatro). Parece que ya es costumbre.

En el aburrimiento de la madrugada, miraba distraídamente mis perfiles de FB, Blogger y MSN, cuando noté con sorpresa que todas las fotografías aparezco con el gringo.

¡Yo! Que siempre pensé que ese espacio es para uno, que representa la individualidad y que encontraba último poner la imagen de la guagua o del "significant one" (en términos de FB).

Cada día me sorprendo más de mis actos, a veces pareciera que no soy yo ¿Qué me pasa?


Bueno, creo que con esto ya crucé la última frontera... ¿o no?

viernes, septiembre 03, 2010

Saber ser buen rico y buen pobre

No puedo dormir, anoche se cortó la luz en el sector de mi casa y volvió a las tres de la mañana. La lámpara del cielo raso se encendió. Me desvelé.

Pienso en lo que me dijo mi mamá, que si no resulta irme a vivir con el gringo, siempre tengo un lugar a dónde llegar. Prefiero mascar lauchas que volver a mi casa derrotada y con la cola entre las piernas. Sé que ellos son tremendamente tradicionales (mis padres), que no están de acuerdo en que vivamos juntos antes de casarnos, pero no me dicen nada para no hacerme sentir incómoda. Ellos quieren que yo sea feliz, como todos los padres, aunque no sea a su manera.

Como soy una persona que piensa en positivo, nunca me he planteado la posibilidad de que la convivencia entre el gringo y yo vaya mal. En cambio, mi madre es la reina de ponerse en el peor de los casos. Ahora, si reflexiono cuidadosamente, lo único que puede representar un obstáculo es si podré adaptarme a mis nuevas condiciones financieras, porque probablemente tendremos que ajustarnos el cinturón como pareja para poder pagar el dividendo y todas las cuentas.

Yo estoy acostumbrada a tener todo lo que se me pegue mi regalada gana. Hay cosas que obviamente no me compro por sentido común, pero no porque no pueda costearlas. Me gusta tener siempre mis ahorros y no sé si vivir al día me acomode mucho. Además está el tema de mi salud, que me exige contar con una reserva importante para poder costear mis remedios para el corazón, que sé que una familia con un ingreso promedio en Chile simplemente no podría pagar.

Cuando uno tiene niños, los gastos se disparan exponencialmente y el estilo de vida al que estoy acostumbrada probablemente ya no será posible. Adiós a los viajes internacionales, la ropa y los perfunes caros, el uso despreocupado e indiscriminado de taxis y los pequeños lujos como libros nuevos cada mes.

Pero el amor verdadero exige sacrificios, no es sólo mirarse con cara de cordero degollado y pasarlo bien, sobre todo cuando uno quiere formar una familia. Nadie dijo que la vida era fácil y, si lo dijo, se equivocó.