- "Señorita" - contesté con gran orgullo y alegría (pero con un poco de temor al clásico "¿En qué están pensando los hombres" o "Todavía tienes tiempo)"
- "La felicito" - me espetó con un dejo de amargura.
Yo sonreí y le agradecí sus congratulaciones, pero no ahondé sobre el tema porque seguramente ella estaba saliendo de un divorcio horrible, en pleno proceso de separación, su marido o ex-marido es el peor de los chantas o alguna lindura por el estilo y como ella no continuó la conversación preferí respetar su dolor.
Me entristece profundamente que existan situaciones familiares complicadas y que la gente sufra. Las felicitaciones de hoy nacen de la angustia y el desencuentro, por eso no me son gratas.
Quiero que cuando alguien me felicite por ser soltera, lo haga desde el fondo de su conciencia y con toda su sinceridad.
Prefiero mil veces ver compasión mal entendida en los ojos de los demás que dolor.