Definitivamente la vida moderna no tiene nada de simple. Una vez alguien se quejaba de que tenía tantas opciones que no sabía cuál escoger, yo le dije: "es que el número infinito de alternativas es tan nocivo como la falta de ellas".
Nuestras madres no tenían muchas alternativas, eso ahogaba a algunas de ellas, pero por lo menos sabían para dónde iba su vida. Hoy en día uno se plantea "¿cómo me voy a casar/tener hijos sin antes hacer tal cosa?" (llámese viajar por el mundo, triunfar profesionalmente, encontrar el centro espiritual or whatever) y va postergando las decisiones eternamente.
Tal como los hombres tienen miedo al compromiso, ahora las mujeres nos hemos contagiado de este mismo mal.
Por algo la encuesta CASEN arrojó que hay cada vez menos casados, nuestro temor al fracaso nos congela, nos impide intentarlo.
El punto es que tal vez sí vale la pena dejar de lado la carrera o lo que sea, para tener una familia, quién sabe. Lo importante es tener claras las razones por las que uno escoge una alternativa o la otra.
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