Me fui de vacaciones soltera y lo pasé demasiado bien. De hecho, creo que nunca lo había pasado mejor, los 30 son definitivamente la mejor época: antes de los 20 todavía tienes gusto a leche, a los veintitantos te preocupa demasiado lo que las otras personas piensen de ti, pero a estas alturas Who cares?
El año pasado ya había salido de vacaciones por mi cuenta, pero esta vez hubo un ingrediente especial, algo que jamás había probado y que es ambrosía (creo no estar exagerando).
He comprobado empíricamente que el clásico amigo con ventaja, si es bien escogido, puede ser infinitamente mejor que el más perfecto de los pololos (muchísimas gracias a las amigas que me lo presentaron, a la Consue por invitarme a Viña y a la Anita por invitarlo a él). Simplemente la falta de compromiso te relaja tanto que no te queda otra que ser absolutamente tú misma y, como no hay interés en conquistar, no te importa en lo más mínimo si al otro le cae bien o mal lo que tú haces.
Wow! debí haber probado esto antes. ¿Por qué pasé tanto tiempo pololeando? Por otra parte esto es tan bueno que cualquiera se puede engolosinar y, francamente, la promiscuidad es un concepto demasiado fuerte como para incluirlo en mis listado de valores, así que no es para tanto, pololear tambié tiene su lado bueno.
Es que estar en el paraíso, con Miguel Bosé y sin tener que comportarse según el protocolo es más de lo que mi cordura puede soportar. Soy adicta y ahora me viene el bajón... Santiago me parece tan fome y gris (bueno, es fome y gris en realidad, así que no es culpa de la comparación con el paraíso).
Supongo que esto es lo que les pasa a los hombres: cuando las mujeres juramos que estamos de conquista, él está pasándolo bien solamente y no nos considera más que como amigas. Es raro estar en la otra cara de la moneda, rarísimo, ¡pero excelente!!!!!!
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