Si mi vida es plena en soledad, si no siento la necesidad imperiosa de que me digan lo especial que soy todos los días porque lo sé, si vivo rodeada del afecto de mi familia y amigos, si tengo un trabajo que me gusta ¿por qué voy a aceptar a cualquiera para no estar sola?
Por otra parte, está el daño que se provoca al otro, para quien debe ser triste que lo acepten porque "es lo que le tocó a ella" o porque "ella no encontró nada mejor y eso que buscó". Es cierto que en las relaciones generalmente uno quiere más que el otro y depende del grado de disparidad en los afectos el riesgo de ruptura, pero si ella se queda con él para "no vestir santos", es absolutamente injusto para el hombre, que podría encontrar una mujer que lo quisiese de verdad.
Una no está sola en el mundo y, si realmente estima a la otra persona, debe pensar en su bien, no en el propio.
Por eso mismo, me parece que nunca ha sido tan válido el refrán: "Mejor sola que mal acompañada".
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