jueves, junio 11, 2009

Independencia Psicológica


Mucha gente busca desesperadamente estar en pareja porque no está cómoda consigo misma y tiene necesidad de depender psicológicamente de otro.

A las mujeres nos pasa más porque tenemos las típicas inseguridades que derivan de los modelos de "mujer perfecta" que la sociedad impone (física, moral y psicológicamente).

En psicología existe un concepto de dependencia muy cercano al de inmadurez, lo cual significa que en la medida en que la mujer sea independiente será madura y autónoma. Para que una mujer sea madura debe tener tres tipos de independencia:

1.- Independencia moral: se refiere a los criterios personales que la mujer debe tener como guía de conducta.
2.- Independencia social: en el sentido de no ser demasiado dependiente de la reafirmación constante de los demás, saber buscar trabajo, etc.
3.- Independencia económica: en lo relativo a saber buscarse la vida y no depender de otros para sustentarse en lo material.

¿Cómo se origina la dependencia psicológica? Las mujeres que percibieron no ser queridas en su infancia (no tiene porque ser real, ya que hay padres que no saben manifestarlo simplemente) y que han aprendido que hay que dar mucho para recibir algo a cambio, desarrollan una dependencia psicológica.

En las relaciones, estas mujeres toman una actitud pasiva, dejando que los demás tomen las riendas de su vida. Tienen una necesidad excesiva de que las orienten. Está demostrado que piden más ayuda de lo normal, por lo que suelen resultar un poco difíciles de llevar. También son más perceptivas porque al necesitar más de los demás, también necesitan comprenderlos más.

Hay varios trastornos asociados con la dependencia psicológica, que pueden originarla o ser consecuencia de ella, entre los que se cuentan:

Depresión: Están muy relacionados, aunque no está clara cuál es la causa de la otra, probablemente la dependencia que se origina antes.
Alcoholismo: Los alcohólicos se hacen muy dependientes.
Consumo de sustancias: Legales o ilegales, en Chile las mujeres de entre treina y cuarenta años tenemos una reconocida dependencia a los psicofármacos, ya sea en forma constante o temporal.
Adicción Al Amor: La mujer se obsesiona por una persona o una relación.

La adicción al amor puede darse de varias formas:

A una persona: Puede ser un amante, un marido, un pololo, etc. Este tipo de adicción conlleva el no poder vivir independientemente de la otra persona, sentir que ella es de tu posesión. Para peor, es exaltada como un valor positivo por nuestra cultura (¡pero qué lindo cómo lo quiere!), cuando en realidad no es más que egoísmo camuflado. Si realmente buscas el bien de otra persona, la dejas ser independiente que es lo necesario psicológica y biológicamente. Si esta dependencia es recíproca, es muy difícil evolucionar en la vida.
A una relación: Hay mujeres adictas a la idea de tener una relación. Están más enamoradas de la idea de tener pareja que de la persona en sí. Existen dos tipos, las que rompen y reinician relaciones constantemente, y las que se aferran a los efectos reforzantes de su relación ("Te odio pero no puedo dejarte"). Muchas parejas se mantienen unidas por muchas otras razones que no son amor.
Al romance: Son mujeres que viven tentadas por el romance, la aventura o la pasión. Se preocupan por los rituales románticos: citas, cenas, sexo en lugares poco comunes, etc. En resumen, son adictas a toda la parafernalia tentadora del romance pasajero. Está adicción suele ser el resultado de la fantasía, el infantilismo y el subdesarrollo afectivo. Buscan la seducción, la conquista, pero luego se cansan.

La Adicción al amor es todo un tema. ¿Cuántas veces no hemos escuchado canciones que repiten sin cesar frases del tipo: "nada tiene sentido si tú no estás", "no soy nada sin ti", "después de ti no hay nada", etc. Tantas, que ya apenas nos damos cuenta de su verdadero significado y el peligro que encierran.

Una mujer dependiente piensa que no puede vivir sin su pareja. Piensa que lo que siente es un amor inmenso, una pasión maravillosa y sin fronteras, pero no es amor eso, sino dependencia y adicción.

El miedo al abandono es su mayor miedo, pero no el único. También tiene miedo de su propia dependencia, de perder por completo su identidad cada vez que renuncia a sus propios valores, principios o aficiones, para adoptar los de su pareja, que son los únicos que importan. Niega sus sentimientos del mismo modo que se niega a sí misma, le cuesta identificar en sí misma los sentimientos negativos. Y esta represión de sentimientos se transforma en una necesidad de sentir a través de su pareja. Pero no puede tener nunca suficiente, pide más: más amor, más dedicación: "quiéreme como yo te quiero a ti", le exige.

La pobre nunca encuentra lo que busca porque, en realidad, eso que tanto anhela es su verdadero yo. Ese yo que se perdió en algún rincón de su propia oscuridad, tal vez en su infancia, y que sólo podrá encontrar en su interior, nunca en los demás. Carente de autoestima suficiente como para sentirse valiosa por sí misma, por ser quien es, por amor y aceptación de sí misma, se lanza al exterior en busca de alguien que le demuestre que es valiosa y digna de amor. Pero ese alguien tiene que demostrárselo una y otra vez. De lo contrario, siente miedo, rabia y resentimiento. Ya sea que ella terminen la relación o sea abandonada, con la ausencia del otro se va todo su mundo, su vida se esfuma de repente y cae en una profunda depresión. Mira a su alrededor y ve que no tiene nada, excepto el vacío, la desesperación y la incertidumbre. "La vida ya no tiene sentido", piensa, "todo lo que me importaba ha desaparecido". Y ya no sabe quién es.

Pero tarde o temprano el resentimiento y la frustración acaban emergiendo como resultado de ese miedo. ¿Cómo no estar resentida con la persona que tiene el poder de dejarla sin vida y sin identidad? Entonces presenta estallidos de cólera y rabia contra esa persona, a veces en forma de agresión pasiva (críticas desmedidas, palabras hirientes, ataques contra los defectos más mínimos del otro, etc.). Se ofende con muchísima facilidad ante la menor crítica, porque su valía como persona está en juego cada vez que alguien, sea quien sea, la juzga. Entonces actúa de dos maneras: o le da la razón a los otros, en cuyo caso se siente estúpida y sin valor, o piensa que los otros se equivocan, en cuyo caso los ataca con fiereza para demostrar su error, hacerles aceptar que se han equivocado y restaurar así su autoestima perdida. Y todo esto puede ser mucho más intenso con su pareja, ya que es la persona a la que más poder sobre su autoestima le ha dado.

En sus relaciones de pareja las cosas no ocurren como esperaba. En muchas ocasiones se siente atraída por personas que establecen también relaciones disfuncionales. Como si tuviera un radar detector de gente con problemas, se enamora de quien no debe. Porque para la dependiente no es suficiente sentirse amada: tiene que sentirse también necesitada y necesita alguien que dependa de ella tanto como para no poder abandonarla nunca. No establecerá una relación con alguien que no la necesite. No piensa que alguien la pueda querer porque sí, por quien es y basa su relación en una dependencia mutua.

La mujer dependiente tiene miedo al rechazo de los otros, a desatar su rabia o a hacerlos sufrir (sentimientos que piensa que podrían llevarla al rechazo o a la falta de aceptación), lo que le impide ser feliz, aunque adopte una actitud aparentemente indiferente las opiniones de los demás la hieren profundamente, aumentando su inseguridad. Cuando los demás están orgullosos de ella, se siente feliz y su autoestima aumenta, y cuando los demás la desprecian se sienten desgraciada y su autoestima disminuye. De ese modo está dejando que la utilicen y puede llegar a hacer cosas que no quiere por su profundo miedo al rechazo.

Las buenas noticias son que todo esto tiene remedio. No es fácil, pero nadie dijo que la vida lo era. Por ejemplo, tiene que dejar de buscar la fuente de su autoestima en los otros y la aprobación constante de los demás.

El reto es aprender a quererse a sí misma, porque de otro modo jamás conseguirá querer a nadie, sólo utilizará a los demás para que le den el amor que no se tiene. Intentará ser educada, atenta, amable, etc. a cambio del amor y la acepación de los demás y se preguntará por qué no la consigue si ha tratado con tanto ahínco de obtenerla.

Encontré esta frase en Internet que me gustó mucho: "La paradoja de aprender a amarse a uno mismo es esta: cuanto más amor te das a ti mismo, más amor tienes para dar a otros. La cuenta del amor nunca se queda vacía".

¡Manos a la obra!!!

1 comentario:

julio dijo...

comentare en un momento, peor puedo decir que este articulo tiene toda la razon, los rasgos dependientes abarcan mas aspectos que la pareja. las drogas y el alcohol: al final, se trata de vencer un temor, a saber, el temor a la perdida.