martes, junio 02, 2009

La Historia de Mi Vida


Acabo de leer en blogs de El Mercurio el artículo Mi vida en Facebook: las fabricantes de maridos y quedé perpleja. Es que pensé que sólo a mí me pasaban esas cosas, pero no. Era como leer la historia de mi vida.

Claro que yo tengo una visión totalmente distinta del asunto.

Ahora me doy cuenta de que muchos hombres después de pololeos larguísimos dejan al amor de toda la vida y se casan con la primera que pasa por delante. Pero no creo que la razón sea inseguridad, ni defectos de ellos, como dice en el artículo, sino que las mujeres no nos damos cuenta de que sumar tiempo no es sumar amor.

Es decir, nosotras juramos que porque pololeamos mil años, fue amor del bueno (yo también me engrupí así) y para ellos el amor no creció, sólo los reproches porque una nunca pudo aceptar los defectos de él.

Una jura que hace un trabajo de joyería para entregárselo a otra (aunque en algunos casos creo que una puede tener una influencia positiva en el otro), pero en realidad una pasa todo rato tratando de cambiar al otro en beneficio propio en vez de aceptarlo, eso provoca que él se aburra y por eso te deje. Punto.

O sea, la culpa la tuvo una misma y no hay más vueltas qué darle al asunto.

En todo caso, eso nunca fue amor, tampoco. En mi opinión, el amor no busca la comodidad propia, sino la felicidad del otro (y me parece que es difícil que el otro sea feliz si le están gritando constantemente que es sucio, flojo o desordenado, por ejemplo).

Con el tiempo y la distancia, me he dado cuenta de que en realidad los "detallitos" del otro me tenían hasta el copete, pero me engañaba a mí misma pensando que podía "afinarlos" y que en realidad no me importaban tanto. Mal.

Yo también me creía una fabricante de maridos (tuve 2 pololeos largos que terminaron con mis pololos en el altar con otra en poco tiempo, uno de cuatro y otro de cinco años).

Pensaba: "¡Pobrecita de mí, tantos años que invertí en esa relación para que otra se lo lleve en versión 2.0 mejorada!" ¿Mejorada para quién? Para una, obviamente ¡Si una todo el rato se estaba construyendo un marido a su medida! (o pensaba que podía hacerlo y lo intentaba con todo). Siendo que, lejos de tener éxito, sólo fastidiaba al pobre sujeto con sus exigencias. No deteniéndose a pensar en todas las trancas mentales que le debió haber dejado al susodicho después de intentar modificar sus conductas durante años.

Después de todo, no es nada agradable que alguien no te quiera como eres y, más encima, te lo haga saber sutil pero constantemente. Esas cosas dejan huellas.

Tristemente, es hora de que enfrentemos la verdad, señoritas: somos nosotras, no ellos.

1 comentario:

Sra. Lamar dijo...

Debo decir que me ha gustado el blog, que estoy de acuerdo con tu filosofía, no la comparto al 100, mas comento, no deja de ser interesante el tema, pronto haré un análisis de ello. Saludos cordiales de Sra. Lamar*